Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

(Antonio Machado)

lunes, 13 de mayo de 2013

Dos paisajes

Dos paisajes enfrentados,
asustados de tanto cambio;
enfrente unos lirios azules,
abajo unas piedras blancas
abrazan a unas amapolas
cuajadas de gotitas de agua.
y en lo ancho del horizonte
un resplandor pálido, 
compungido, asustado.
No sé si es primavera
¿o acaso el invierno, que se reinventa?

Detengo la mirada.
Esas flores eternas
entre las que yo jugueteaba,
llevan el perfume
de sabor a madrugada.
Aún en mi memoria
revolotean abejas
donde antes había escarcha.
Ahora no,
es el rocío de la mañana
esperando a una niña;
es la eterna brisa del alba.

Y mi intelecto afligido,
incapaz de ver al sabio,
al juez que piensa.
Al pastor solitario por unos llanos
por donde los animales pastan,
por donde los insectos camuflan sus alas.
Y a la orilla del arroyo,
unas ranas croan
al son del agua.

Hace más de un mes
que la primavera llora,
de pena o de avaricia,
de odio o rabia.
La fugaz niñez se detiene,
vuelve a mi memoria;  
ya no piensa, ya no anda.
Sus pasos son sosegados
sin botas altas.

Ahora quiero sentir
el escozor de unas ortigas,
la sensación de los panecillos
escondidos entre hojas anchas.
Las cosquillas de las margaritas,
el calor, el frío,
el sudor del romero,
el olor del tomillo,
el sabor del hinojo
y el tacto del lentisco.

Y todo,
yendo descalza.